¿Que será de la Europa Mediterránea?

Europa finalmente no será lo que se planeó en los despachos de Bruselas. Aquella Europa idílica que se entreveía en el horizonte en la cual la unión política y económica fuese una realidad, parece que no va a ser posible. Hoy lo único que constatamos es la profunda brecha que cada vez separa más a la Europa rica y próspera del Norte de la Europa empobrecida del sur. La distancia y profundidad del abismo se hace cada vez más grande. La famosa convergencia ha fracasado. Y ahora es cuando empezamos a saber que la solidaridad europea la vamos a pagar cara por muchos años.

A lo mejor los incautos pensaron que Europa prestaba o daba el dinero gratis. Quizás algunos, años atrás, creyeron que con tal que la economía alemana creciera y aportara fondos a la Unión Europea, el resto de países podrían irse a dormir la siesta. Especialmente los del Sur. O pensaron que podría emplearse el dinero en otros asuntos menos recomendables que aquellos para los que la incauta Europa lo prestaba. Tal vez utilizaron el dinero de estos fondos europeos en asuntos inconfesables y ahora nos va a tocar devolverlo, o lo despilfarraron generando un descomunal déficit público que vamos a pagar con sangre, con las políticas de austeridad y ajuste impuestas por, precisamente, aquellos europeos ingenuos que no se enteraban de nada.

Pues resulta que sí, que estaban al tanto de todo y con la mosca detrás de la oreja. Habría entonces que hablar de responsabilidades compartidas?. Parece meridianamente claro que ahora la Europa nórdica impone sus condiciones y ajusta cuentas con la Europa meridional. Se quiere que se justifique el dinero y que se reduzcan los gastos de los Estados para no generar más déficit. Especialmente aquellos Estados que gastaron por encima de sus posibilidades, endeudándose hasta límites insoportables.

Parece evidente que hay responsabilidades que asumir por parte de los países del sur, como Italia, Grecia, España y Portugal. El problema es el de siempre: el ajuste se está haciendo a costa de los sectores sociales más vulnerables y reduciendo, privatizando o eliminando servicios públicos esenciales para la población, sin tocar otros gastos del Estado que no tendrían un impacto tan brutal en la sociedad. Tampoco se está tocando la política fiscal, salvo en la subida de impuestos directos, digamos IVA, con lo cual estamos en las mismas.

El  enriquecimiento de unos pocos

Ha causado el enorme sufriendo de muchos en un país tan injusto y desigual como España. Sabemos que muchos de los fondos europeos que llegaron en los años 90 y en la primera década de este siglo, no se destinaron a su finalidad, mucho dinero se perdió en ayudas a empresas de amigos, etc. En fin, lo típico de este país. Que se puede esperar sino? Un país de políticos honrados? Imposible, por lo menos por estas latitudes.

La Europa dirigida por la Srª Merkel es consciente de que quien realmente va a pagar los platos rotos va a ser la población y, aún así, exige políticas de ajustes durísimas a países como España o Grecia que ya están en las últimas. Si se sigue por este camino, pronto las pocas políticas de protección social que aún quedan, desaparecerán. El desempleo, la ayuda a la dependencia, las ayudas sociales, las jubilaciones, etc se pueden ver en peligro en el futuro. Mientras hay políticos que siguen cobrando varios sueldos, y todo tipo de ayudas de viajes, por alquiler de vivienda, dietas, sobresueldos, etc.

Este parece ser el panorama en países como España, Grecia o Italia. La diferencia es que mientras en Grecia, Italia, o Portugal la gente sale a la calle a expresar su indignación y su rabia, aquí parece que dormimos el sueño de los justos.

Aun así la indignación social es monumental. Todos nos hacemos unas preguntas muy sencillas: por qué no actuaron los jueces y fiscales? Por qué se toleró en todas las administraciones públicas españolas, y a todos los niveles, un nivel de corrupción tan generalizado durante tanto tiempo? Por qué no se devuelve hasta el último céntimo de lo que se ha robado? Por qué no están ya en la cárcel esos políticos corruptos que se cuentan por centenares? Que ha hecho el poder judicial en España en estos últimos 20 años? Lamentablemente la justicia mira para otro lado ante la corrupción de los políticos y persigue con ensañamiento al pequeño delincuente que muchas veces roba para sobrevivir.

La impresión es que solo cuando el escándalo es mayúsculo y trasciende a la opinión pública, la justicia se empieza a mover y casi siempre por medio de una denuncia interpuesta. Es inadmisible tantos años de inacción, cuando ya se sabía lo que se estaba cociendo con tantas subvenciones, ayudas, etc Para qué se creó la Fiscalía anticorrupción? En muchísimas ocasiones los casos de corrupción lo destapan los medios de comunicación, y no los fiscales a los que les corresponde estar vigilantes.

Por qué algo tan sencillo como modificar el código penal y endurecer las penas contra los políticos que roben, prevariquen, o concedan favores a sus amiguetes, no se hace? Se evitaría que robar en España saliera tan barato. A un político ladrón o prevaricador, independientemente del cargo que ocupe, habría que obligarle a devolver todo lo robado más intereses y costas, si no lo tiene, expropiarle hasta la camisa. Si se demuestra su culpabilidad, una pena de cárcel lo suficientemente dura para evitar que otros sigan su ejemplo.

Y cumplimiento íntegro de las penas, sin beneficios penitenciarios, como los de ETA, porque está gente son auténticos terroristas sociales. A esto sumamos inhabilitación de por vida para ocupar un cargo público, y de esta manera se puede ir acabando con estas bandas de delincuentes organizados que ocupan el poder para saquear el país.

Hay que endurecer la justicia penal en España para estos casos y mejorar todos los mecanismos y medios para perseguir a estos delincuentes. Cuando empiecen a caer condenas ejemplares de 15 o 20 años de cárcel con el cumplimiento íntegro de la pena, más de uno se pensará si le sale rentable o no robar.

La dualidad que se ha instaurado en Europa, donde la convergencia se ha detenido, y se ha creado una comunidad de países prósperos en el norte y una comunidad de países problemáticos y con dificultades en el sur, es ya un hecho. Esto obligará a los países del arco mediterráneo europeo a plantearse una estrategia común para defender sus intereses o, incluso, valorar una posible salida de la zona euro e, incluso, de la propia Unión Europea.

En estos momentos vivimos una época de conflictos en la Unión Europea, donde se va perfilando un enfrentamiento entre los países del sur, los ya famosos PIGS, y los del norte, liderados por Alemania. Es difícil por lo tanto predecir el futuro de la Unión Europa. Cada país, internamente, también vive un periodo convulso y conflictivo. En su conjunto podemos decir que el futuro de la Unión Europa estará condicionado por dos variables: de qué forma cada país es capaz de superar la crisis y como, en su conjunto, las instituciones europeas son capaces de resistir los embates de la propia crisis y de algunos estados que quieren recuperar cuotas de soberanía.

La crisis  configurará una nueva Europa

Diferente a la que hoy vemos. Si las tendencias actuales siguen por el mismo camino, lamentablemente la Europa del sur, y la Europa mediterránea, perderán peso político y económico. Es posible ya vislumbrar una Europa dirigida e influenciada por Alemania, como cabeza de puente, de los países del norte.

En un ejercicio de pura elucubración por ilustrar lo que podría ser la Unión Europa dentro de 10 años, la Fundación Friedrich Ebert ha realizado un interesante estudio basándose en la evolución de la economía europea, contemplando cuatro escenarios posibles:

Unión Europea a la japonesa. Es la etapa en la que estamos actualmente. En la que continuarán los rescates de los países con déficit. La Unión económica no se completará. Europa perderá peso en los mercados mundiales y quedará muy lejos de las potencias Estados Unidos, China y las nuevas potencias asiáticas. Europa entrará en una espiral a la japonesa, estancamiento, deflación y una gran deuda que no se pagará hasta pasados muchos años.

• Ruptura de la Unión. Ante la situación anterior, algunos países abandonarán la Unión Europea porque no podrán soportar la política de austeridad impuesta por Alemania, volverán a sus antiguas monedas y la desigualdad norte-sur, así como la hostilidad crecerán. Llegarán al poder partidos antieuropeistas y extremistas, la pobreza y los flujos migratorios crecerán. La Unión Europea quedará rota para siempre, hecho que podría producirse de manera pacífica o violenta. Un acontecimiento que va a tener gran relevancia para este posible futuro será la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea y el referéndum de Escocia en 2014, que podría provocar un efecto dominó en regiones como País Vasco y Cataluña en España.

• Unión Europea para los fuertes. Las economías más fuertes avanzarán hacia la unión económica y fiscal, formarán una Unión Europea más pequeña y estable, donde la periferia se quedaría fuera, y con quién se mantendrían algunos tratados para facilitar el comercio.

• Estados Unidos de Europa. Es el escenario más posible. Habrá dos velocidades en la Unión Europea, algunos países saldrán de ella, y los que saneen sus cuentas podrán entrar. Estará liderada por Francia y Alemania, y se caminará hacia una unión fiscal y económica. Que será de los países del arco mediterráneo? Queda claro que si la opción más posible es la de construir una Europa a dos velocidades, término que no es nuevo y ya se viene usando para reflejar la realidad europea actual, los países mediterráneos están condenados a abandonar la Unión Europea o a ser expulsados de ella. Se impondrán planes de ajustes económicos draconianos para volver a ser admitidos como socios, y la economía dejará de ser un asunto nacional, para estar dirigida desde los focos de poder europeo. A cada estado se le marcará claramente cuanto y en que debe gastar el presupuesto. Se establecerán controles y auditorias de los presupuestos nacionales por las instituciones europeas, por lo que los Parlamentos Nacionales perderán poder en materia económica, al igual que los Bancos Centrales de cada país.

En definitiva la política económica vendrá marcada desde Bruselas. El que acepte las normas entrará, y el que no, quedará fuera. Seguramente este escenario será inaceptable para algunos países, como el Reino Unido, que abandonará la Unión Europea.

Los países del Sur tendrán que replantearse su propia estrategia. Países como Grecia o España, quedarán absolutamente relegados al papel de países secundarios. Sin posibilidad de desarrollar una política económica soberana quedarán supeditados a los intereses de la Europa rica. Seguramente el poco sector industrial que queda, será desmantelado. Serán países que tengan una economía de servicios, fundamentalmente.

La Unión Europea derivará hacia una organización centralizada donde los estados miembros perderán autonomía y soberanía, y esto perjudicará especialmente a los estados más débiles de la cadena.

La posibilidad de romper la Unión Europa con la salida voluntaria de los países a los que más perjudica la resolución de la crisis económica según la visión e intereses de Alemania, es una opción muy interesante.

Ello supone nuevos planteamientos estratégicos y económicos en Europa. Estos países se sentirán liberados de sus compromisos para establecer un nuevo marco de alianzas. Si esta opción tuviera alguna posibilidad de ser real, Europa quedaría dividida en dos bloques. Los países mediterráneos podrían configurar su espacio estratégico y pactar nuevas alianzas políticas y económicas entre ellos, para fortalecerse frente a la Europa del norte.

Hay que asumir riesgos que duda cabe. Uno de ellos, como ya se ha dicho, serán las reivindicaciones nacionalistas de algunos territorios. Sería posible el nacimiento de nuevos estados europeos, sin que esto tenga que tener efectos negativos o dramáticos.

Pero en líneas generales la opción por la que se deberá optar es si se desea seguir formando parte de una Unión Europa que cada vez se aleja más de los intereses de los ciudadanos o, por el contrario, se quiere construir otra Europa en la que los ciudadanos no tengan que sufrir políticas que obedecen a los intereses de los bancos y del capitalismo más salvaje. Y es evidente que ésta última opción no es posible en la Unión Europa actual.

La idea de una Europa humanista, defensora de la libertad, los valores democráticos, la igualdad, etc, ya no se lo cree nadie. Los bancos mandan. Y los bancos quieren recuperar su dinero con intereses. Los países del sur de Europa son los que van a pagar por muchos años. Pero también hay otras opciones sobre la mesa.

El futuro próximo nos pondrá en el dilema de tener que elegir. Muchos esperamos que esa elección se base en la defensa de los intereses generales de la población y de los ciudadanos aunque, desgraciadamente, también somos muchos los que nos tememos que no será así, a no ser que la sociedad civil tenga la fuerza y el coraje para impedirlo.

El peligro de la devaluacion salarial

La devaluacion salarial en España ha ido marcando una tendencia constante que se ha visto agudizada con la última Reforma Laboral del gobierno. El concepto de la devaluación monetaria ha sido un instrumento clásico de la política monetaria de un país que han venido usando los gobiernos para reajustar la economía nacional cuando la misma entraba en un periodo de recesión. Devaluar la moneda es una decisión soberana de un país que consiste en minusvalorar internacionalmente su moneda. Con ello se logra, en situaciones económicas difíciles, aumentar las exportaciones y por lo tanto reactivar el sector productivo, también es una medida que beneficia el turismo, puesto que el país se abarata en general, especialmente frente a divisas fuertes y estables como el dólar, la libra esterlina o el yen. Parece evidente que un país barato tiene más posibilidades de captar turistas internacionales. Igualmente al producir más barato, los productos son más competitivos en el exterior, con lo cual se puede aumentar la demanda externa y global y el país, por decirlo de alguna forma, se reactiva.

Obviamente también hay una cara negativa en las devaluaciones: comprar en el exterior se encarece, por lo que se genera déficit en la balanza comercial. Está claro que con una moneda devaluada, comprar bienes y servicios en el exterior resulta más caro. Igualmente para los ciudadanos del país, viajar al extranjero resulta más gravoso. Muchos bienes de consumo que tienen que importarse impactan negativamente en el balanza de pagos. Por ejemplo aquellas economías muy dependientes de materias primas esenciales, el ejemplo clásico son los carburantes y singularmente el petróleo, como es el caso de España, incrementarán su factura por este concepto, con la consiguiente repercusión en el consumo, tanto a nivel industrial como particular, lo cual nos lleva a una especie de circulo vicioso, pues los fabricantes y productores intentarán repercutir el aumento de sus costes fijos en el consumidor final.

La paradoja es que la devaluación produce en etapas posteriores procesos inflacionistas, especialmente en sectores productivos muy vinculados a la importación de materias primas: transporte, energía, etc.

Para evitar estas distorsiones

El gobierno autorizaba un precio público de determinados servicios considerados básicos. Pero eran otras épocas. La liberalización de sectores estratégicos de la economía, impide ya la intervención de los precios y las leyes que regulan la competencia en la Unión Europea, impiden de la misma forma, pactos o acuerdos fraudulentos para fijar los precios.

España mientras mantuvo la peseta, utilizó el recurso de la devaluación monetaria en diversas ocasiones como un instrumento que le permitió superar diversas coyunturas críticas. Pero actualmente España está dentro del sistema monetario de la Unión Europea y es un instrumento que, como el resto de países que pertenecen al euro, no puede utilizar.

Hoy día la política monetaria y cambiaria está en manos del Banco Central Europeo, que es la institución competente para fijar la política monetaria de los países europeos que tienen el euro como moneda nacional. Que la devaluación de la moneda sería una solución a los problemas de la economía española? Queda claro que podría ser una solución para un país con un enorme déficit público, con graves problemas de productividad en sus empresas y un pavoroso desempleo. Pero es una solución imposible, a no ser que nos salgamos del euro. En algunos países como Grecia y Portugal, ya suenan voces pidiendo soluciones drásticas para acabar con el drama del desempleo y el sufrimiento de los ciudadanos. Hoy en día la salida de algunos países del euro ya no se ve como un suicidio económico, sino más bien como una solución a los problemas del endeudamiento y de los intereses de la deuda. Volver a una política económica y monetaria soberana es tentador.

España  cedió soberanía y poder

Que ha pasado a instituciones que parecen funcionar al dictado de las economías más poderosas. El Banco Central Europeo es una institución que tiene una lógica económica absolutamente liberal, donde la defensa de la banca y sus intereses parecen ser los ejes de las políticas que nos imponen para salir de la crisis, además de una dura política de ajustes que recae sobre los ciudadanos, y las capas sociales más vulnerables. Cerrada la vía de la devaluación, parece que se empieza a maniobrar claramente para obtener resultados parecidos, si bien a un coste social elevado.

La idea es simplemente bajar los salarios e incrementar la “productividad” de las empresas. Como se consigue: bueno no es complicado, se hace una reforma laboral que prácticamente regula el despido libre, se impone la congelación salarial, se aumentan las horas de trabajo, la edad de jubilación y se recortan otros derechos sociales y laborales.

Parece claro pues que la devaluación a la que nos hemos estado refiriendo solo se va a aplicar a los salarios y al gasto social, dicho de otra forma, el ajuste de la crisis se va a hacer a costa de los trabajadores. Se podrían aplicar otras políticas, por ejemplo, una política fiscal más agresiva con los bancos y grandes fortunas, perseguir el fraude fiscal que en España roza lo escandaloso, la economía sumergida, etc, pero parece que no, que el ajuste es vía salarios, recortes en el gasto público y subida de impuestos.

Bien, pero esta política puede conseguir el objetivo que en última instancia persigue, que no es otro que sacar al país de la crisis, volviendo a recuperar la actividad económica, reactivando el consumo y recuperando el empleo?

Vicente Llopis habla del concepto “devaluación interna” para definir esta política que le parece “novedosa”, y que consiste básicamente según sus propias palabras en “ La decisión de bajar precios y salarios junto con incrementos de la productividad del trabajador, reducción de costes energéticos y de infraestructuras”

Esta política es la que se está implantando en España, es una política que va contra la lógica de la recuperación, ya que la devaluación interna lo que en realidad persigue es rebajar los salarios, tanto de empleados públicos (cosa que ya se ha hecho), como el de los trabajadores del sector privado, congelar las pensiones, y otras medidas de las que ya hemos hablado: aumentar la edad de jubilación, recortes en la inversión pública y subida de impuestos!!

Con ello, se está logrando empobrecer dramáticamente al país. Todo ello con el único propósito de devolver los intereses de la deuda a los bancos, y rebajar el déficit público.

La Organización Internacional del Trabajo

En su último Informe, publicado muy recientemente, en este mismo mes de junio, en su apartado sobre España, señala que el desempleo en España ha alcanzado un record histórico. La tasa de desempleo llegó en el cuarto trimestre de 2012 al 26%, es decir 3,1% por encima del valor de un año antes, lo cual supone uno de los mayores incrementos registrados en Europa, con la excepción de Grecia. El desempleo es el verdadero drama de España. Actualmente supera los 6 millones de personas y es especialmente grave entre los jóvenes, con tasas que superan el 55%, inmigrantes, parados de larga duración y mayores de 45 años. En España, en el corto plazo, las políticas macroeconómicas han afectado seriamente al empleo y al crecimiento económico del país, así por ejemplo, la distribución de la renta ha pasado a ser más desigual que en décadas anteriores, y el desempleo se ha cebado entre los colectivos de trabajadores con salarios más bajos, con lo cual las desigualdades sociales se han incrementado notablemente.

Como hemos señalado, las medidas de consolidación fiscal han tenido un impacto brutal sobre el empleo. El intento de reducir el gasto público se centró en una disminución muy importante del empleo público, con la congelación total de nuevas ofertas de trabajo y de la oferta anual de empleo público de las distintas administraciones. Por otra parte se dejaron de cubrir las vacantes y las bajas, y cerraron servicios públicos en centros de salud, hospitales, servicios sociales, etc.

Desde el primer trimestre de 2012 al primer trimestre de 2013, el empleo público cayó en España un 8,3%, mientras que el empleo privado lo hizo en un 4,8%.

Otra de las medidas de esta política económica ha sido la devaluación salarial generalizada, tanto para los empleados públicos, como para los trabajadores del sector privado. La congelación de los salarios ha generado como la primera consecuencia lógica la contracción del consumo, lo cual supone un impacto negativo en la economía de las pequeñas y medianas empresas. Es el ya conocido círculo vicioso: se congelan los salarios, disminuye el consumo, las empresas entran en crisis, se producen más despidos, hay que aumentar los recursos del estado para sostener a los desempleados, y aumenta el déficit público.

La devaluación salarial

Es la medida por la que se ha apostado en España para aumentar la productividad. Resulta evidente que a menor salario por el mismo trabajo realizado, la productividad es mayor. Por lo tanto nos esperan tiempos duros. Los salarios irán ajustándose a la productividad de las empresas y será la vía para ganar competitividad, y que las empresas puedan generar empleo. Esta es la visión que se tiene desde el gobierno, y que ha quedado plasmada en la legislación laboral española.

Por otra parte en España se ha recortado la inversión pública en los últimos años. Inversión pública que, en otros tiempos, era el motor que tiraba del sector privado y de la creación de empleo. Todas estas medidas contractivas: congelación o devaluación salarial, disminución de la inversión pública, re-estructuración del sector bancario (hacia donde se han derivado importantísimos recursos públicos) y, en general, la mala situación de la economía mundial, han tenido un impacto muy negativo sobre la economía española. La tasa de crecimiento en el 2012 llegó al -1,4%, y la deuda pública aumentó de un 40,2% en 2008 a un 84,2% en 2012, debido, en gran parte, a la reforma del sistema financiero, que ha necesitado una gran inyección de dinero público.

Como es bien sabido, España aprobó en febrero de 2012 una Reforma Laboral que modificó su legislación sobre protección del empleo y negociación colectiva. Una parte muy importante de dicha reforma ha ido dirigida a incrementar los factores de flexibilidad laboral que, en medio, de la actual coyuntura económica supone un riesgo añadido de deprimir aún más la demanda y volver a incidir negativamente sobre el empleo, como ya se ha señalado. Estas políticas de flexibilidad laboral que suponen congelar los salarios y alterar totalmente el marco de la negociación colectiva dándole mucho más poder al empresario, están haciendo recaer en último término el ajuste fiscal en los trabajadores, incrementando los despidos y la pobreza en la sociedad.

A lo largo de más de un año de vigencia de la Reforma Laboral del gobierno del PP, la triste realidad es que España ha sumado un millón más de desempleados, y los trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo aumentó un 45,8%.

A medio plazo parece evidente que el objetivo fundamental de la política económica debería ser la reducción del enorme déficit público sin poner en peligro la recuperación del mercado de trabajo, y la creación de empleo.

Reducir el gasto público no debería ser sinónimo de hacer desaparece las políticas de bienestar social que han logrado crear una sociedad moderna y avanzada en España. El saneamiento del déficit público debería incidir en la racionalización de las Administraciones Públicas que están sobredimensionadas, suprimiendo duplicidades y gastos innecesarios.

Otra medida absolutamente prioritaria

Es activar la economía productiva mediante la reanudación del crédito a la economía real, en especial a las PYMES. Incentivar la inversión y apoyar con medidas fiscales y crediticias a las PYMES, resulta crucial para crear empleo.

Por lo tanto uno de los aspectos fundamentales en los que hay que incidir para lograr la recuperación económica es el empleo. Las políticas activas de empleo en España han sido un absoluto fracaso, y solo una pantalla del gobierno para maquillar la dura realidad. El empleo en España se ha destruido masivamente y, además, se ha empobrecido, con salarios bajos, y contratos precarios.

Hay que cambiar las políticas activas de empleo, aumentando su eficiencia y eficacia apostando por el reciclaje de los trabajadores y por una verdadera formación profesional en los sectores punteros que crean empleo.

En España sería imprescindible abrir un diálogo social entre los agentes sociales para prevenir que las políticas salariales lleven al país al colapso, y para cambiar el marco de relaciones laborales, creando un clima propicio para la negociación social y salarial a través de los convenios.

Finalmente no se debería hacer caer sobre los salarios las posibilidades de una recuperación económica. Hay otros factores para incrementar la productividad y competitividad de las empresas, que no sólo se consigue a través del despido o la devaluación salarial. Las políticas de innovación, los procesos de internacionalización, la formación de los trabajadores, la inversión en sectores de la economía generadores de valor añadido, etc, puede hacer que España tenga un sector productivo a medio plazo competitivo.

Estas medidas recomendadas en el último Informe de la OIT serían capaces de generar un clima de confianza necesario para la recuperación del empleo en España, prioridad fundamental de la política económica de cualquier gobierno responsable y sensible a las demandas sociales.